¡Tu nombre dice mucho de ti!, este que os presento esta semana está elaborado en plata de ley 925 milésimas y circonitas, podemos personalizar el vuestro.
Como curiosidad os diré que en la antigüedad cada individuo tenía un nombre propio que no se transmitía a sus hijos: así Saúl, David, Salomón, Daniel, Ciro, Nabucodonosor, Ptolomeo, etc.
Fue en el siglo VIII cuando para facilitar la individualización, nació la costumbre de agregar al nombre de pila un sobrenombre que aludía a la profesión del individuo, a un defecto suyo o a una característica del lugar, así; Juan Herrero, Pablo Calvo, Pedro del Río, Francisco de Asis, o bien el nombre del padre, así: Domingo hijo de Martín, Diego hijo de Gonzalo.
Prontamente la locución “hijo de” fue sustituida por la terminación “ez”, proliferando los apellidos Martínez, González, Rodríguez, Perez, Fernandez, etc., que se hicieron hereditarios en la respectiva familia.